jueves, 19 de febrero de 2015

Marina.

   Marina está cansada.
No físicamente. Aun a pesar de sus achaques, ha decidido que tiene que hacer ejercicio y se machaca en la medida que puede, sudando sin sudar, una camiseta barata. Siempre ha gustado de hacer ejercicio al aire libre, pero pedalea de pie sobre una bicicleta estática, mientras se dice para sí misma, un día voy a hacer muchas cosas. Voy a volver a jugar al tenis, voy a correr mucho, voy a tirarme al mar... 
Casi no puede mantenerse en pie, pero su determinación no va a hacer que se siente en el sillín de la vieja bicicleta. Ha decidido que tiene que estar en forma y lo va a estar. Cueste lo que cueste.
A Marina no le gana casi nadie. O casi nada.
   Su agotamiento es mental. 
Y ese es el peor...le dijo hace dos días a su amiga delante del segundo café del día.
Debería tomar menos café. O menos coca cola. O menos cerveza...pero entonces...qué sentido tendría vivir, no?
   Marina vive en un piso compartido. En una pequeña habitación llena de trastos, de recuerdos...se dice que un día debería limpiar de objetos ese receptáculo al que llama cuarto. Nada como imaginar que te mudas para tirar cosas inútiles...
Como aquella vez hace años...cuando casi se muda...cuando se deshizo de un montón de cosas...cuando se libró hasta de su coraza...cuando quedó expuesta a las inclemencias del tiempo, de la vida, de la gente.
   La gente es mala. Concluye sentada en su cama, mirando alrededor...una mesa, un pequeño armario, una estantería llena de cosas inutilmente necesarias...unas botellas de yogur. Porqué tengo unas botellas de yogur?...aaah sí, se recuerda, son para decorar. Ni siquiera sabe el qué pero ahí están. Supuestamente decorando.
Marina quiere o querría organizar eventos. Organizar es lo que mejor se le da. 
Si tan bien se me da...porqué no puedo organizar estas cuatro paredes, se dice volviendo a mirar las curiosas botellas de yogur. Preguntándose muy seriamente qué pintan ahí con una lata de coca cola y una tarrina de helado, que como no, también está decorando.
Está claro que debía haber comprado la señal de prohibido que vi ayer en aquella tienda...la habría colocado en algún lugar de mi nueva casa...cuando me mude.
   La banda sonora de Forrest Gump sale desde un oso panda altavoz inundando la habitación sonando desde su pequeño Ipod. El panda fue un regalo de un amigo...otro utensilio que ocupa espacio, pero es bonito y no le importa. Porque cada vez que lo mira, sonríe.
Las notas del piano la envuelven, casi la arropan, la llenan de nostalgia, le ganan. Han tirado abajo esa capa que lleva siempre para protegerse de la gente mala, esa distancia que pone entre ella y el mundo.
Ese muro que la protege, esa distancia en la que puede ver, observar, analizar. Esa distancia que le hace dar un poco de sí misma, pero no demasiado.
Marina sabe de lo que habla cuando pone distancia.
Está algo cansada de que le pisen. De que le digan que vale menos de lo que vale y lo peor de todo...que se lo hagan creer.
Porque finalmente te lo acabas creyendo.
Te crees menos, aun sin ser más que nadie.
Y Marina ya no puede más. Por eso su distanciamiento con el mundo, que muchos confunden con altanería. Que muchos creen arrogancia. Y nada de eso es.
Puesto que cuando alguien sabe acercarse a ella, Marina se vuelve como es en realidad. Sincera, alegre, de sonrisa fácil, detallista. De acariciar con una mirada. Sensible como las notas del piano que salen de ese pequeño aparato que no acaba de entender.
   Marina es una superviviente de si misma.
Ha pasado por momentos difíciles y se ha reinventado a sí misma en varias ocasiones. Quizás más que reinventarse, ha sabido vivir en varios papeles que no eran ella misma. O lo eran en parte.
Ahora quiere dejar de fingir.
Quiere que la quieran por lo que es. Y como es.
Está cansada de ser correcta. De ser políticamente correcta. De agradar a todos. De callar cuando le dicen que no vale nada por no discutir.
Recuerda una ocasión en que le dijo a una persona que le gustaría ser como ella, cuando esta le afirmó, "...yo soy así y al que no le guste ya sabe...". Ella, que siempre quiere agradar a todo el mundo, pensó que verdaderamente, las cosas debían ser así.  
"Para según que cosas, me gustaría ser así, pero no sé..."...Se recordaba esa conversación de hace algunos años con un amigo.
Y luego le dijo algo bonito.
La verdad es que Marina está poco habituada a las cosas bonitas o los halagos. Así que en las ocasiones que recibe alguno se emociona como una niña, hasta se sonroja... 
Es una persona que pasa bastante desapercibida. Suele hacerse de menos ante los demás, tal vez por no incomodarlos. Tal vez por no llamar la atención.  
   El modo aleatorio del Ipod inicia la banda sonora de Amélie. 
Quién puso el Ipod así?...tal vez algún amigo de los que me explican estas cosas incansablemente...supondría que así era mejor...y como les deja hacer...
De nuevo la música la envuelve.
   Y Marina decide que basta ya. 
Ya no quiere ser políticamente correcta. Ya no quiere pasar desapercibida. Ya no quiere esconderse. Ya no quiere hacerse de menos para que los demás no se sientan mal. Ya no quiere creer que vale menos porque no es verdad. 
Vale lo que vale, que es mucho.
Y como le dijo su amigo..."...y al que no le guste, ya sabe...".





(19-02-15)
Foto
Kiss Italia

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