viernes, 24 de mayo de 2019

Silencio

   En la taza de los Minions se enfría un té de Rituals.
Lo reconozco, soy la típica clienta que va a por una crema de noche y le quieren vender la de día, el contorno de ojos y como le han ofrecido un té nada más llegar, el bote de té.
Al posponer la compra de la crema y el contorno, me llevo el bote. Me sabe mal después de haberme tomado el de muestra.
Lo sé, no lo necesito pero de manera inconsciente me siento obligada a llevármelo. El bote digo, la crema sí. Y las otras que me ha ofrecido también, pero ahora no me lo puedo permitir.
Huele muy bien, a hierbabuena. La hierbabuena me recuerda a mi padre cuando cogía un par de hojas, las frotaba entre sus manos y después me las daba a oler. Tú no olías a hierbabuena, pero ese olor me lleva a ti.
   El caso es que me he hecho el té porque el día después de tomarme la medicación para mi enfermedad siempre tengo un poco de angustia. No son los años, es la medicina y esa infusión me calma de algún modo. O a lo mejor solo es una excusa para volver a por más cuando se haya terminado.
   Tengo un móvil a mi lado y otro cargándose. Ninguno de los dos suena. Hasta de manera momentánea han parado de hacer ruido los obreros que están levantando una finca al lado de la mía. Es insoportable. El ruido. O el silencio, ya no lo sé.
Soy una contradicción andante. Quiero silencio cuando hay ruido y al revés. Quiero el silencio a mi antojo. Como si eso se pudiese elegir.
Por ejemplo, ahora que escribo, quiero silencio. Y por supuesto nada más sentarme delante del ordenador ha sonado el timbre, la excavadora se ha puesto en marcha y los camiones a circular. Lo odio.
En cambio el móvil sigue callado. Eso también lo odio.
Cuando quiero que suene no suena y cuando en ocasiones no lo debería atender, me pierdo en explicaciones.
Hasta el perro se ha confabulado con todos y se ha subido al sofá, se ha puesto patas arriba en un gesto que sabe que me lleva a él para hacerle caricias y mimos y como no le hago caso, cual niño pequeño se ha puesto a hacer ruido para llamar mi atención.
Inmediatamente he dejado todo para rascarle la barriga y darle caricias. Me pone la pata en el brazo como reteniendo ese momento.
   El té se enfría.
   Tómese su tiempo en saborearlo, me dijo la dependienta. Y yo pensando, como si tuviese tiempo.
Soy tan impaciente que como no me gustan las bebidas calientes creo que no lo he acabado de hacer del todo, está a medio hacer. Como muchos de nosotros en algún momento. Para comprobarlo he cogido la taza y he mirado el contenido. No, es del mismo color que el de la tienda, lo habré hecho bien. No puedo estar cinco minutos hirviendo el agua para luego dejar la bolsita y esperar otros cinco a poder tomármelo porque quema.
Y así voy, corriendo a todas partes porque no tengo tiempo.
Y el móvil no suena. ¿Porqué no suena?. El caso es que si lo hiciese me molestaría porque ahora estoy escribiendo y no lo puedo atender. Como antes he dicho soy una contradicción andante.
En el móvil tengo nuestras fotos. No tenemos muchas, como siempre eras tú el que las hacía...también tengo fotos de mis sobrinos, de mis mejores amigas, de mi perro y tuyas.
Las fotos son mi tabla de salvación cuando me aburro. Cojo el móvil, voy a la galería, las busco y sonrío. Luego las abro y acaricio la pantalla en un intento de volver a tocarte pero no se puede ¿verdad?
Me veo pequeña. Mi pelo lacio evoca con dos coletas a las trenzas que llevaba Pipi Langstrump. No por ser iguales, sino por tener el pelo tan corto que se disparaban hacia los lados como su pelirroja melena.
Más fotos. Vosotras la noche que salimos. Todas estamos sonriendo, hasta yo. Digo hasta yo porque esa noche un fantasma nos acompañó en la cena y no tenía yo el ánimo para fiestas. Ni el ánimo ni los pies. Al final de la noche acabé con dos heridas, bueno tres, dos en los dos pies y otra en los recuerdos.
Bajo la pantalla. O la subo, nunca sé lo que hago, porque me dicen "baja las fotos" y siempre lo hago al revés porque me contestan "no, hacia el otro lado"...pues dime las cosas bien...yo que sé...
Mis sobrinos. Ellos conmigo, ellos solos, ellos y el perro...
Fotos del perro.
Tú.
Resulta que tengo tus fotos en una carpeta que se llama "favoritos" y el otro día me cogiste el móvil para mirar unas cuantas cosas que quería enseñarte y lo viste. Como si no fuese bastante obvio que eres una de mis personas favoritas, no, has de verlo en el móvil TAMBIÉN. Intercambiamos una mirada y de inmediato bajé la vista, porque todos sabemos que esa es la manera de hacer ver que no pasa nada. NA-DA. Como decía aquél anuncio de productos íntimos de los años 90...¿o era más antiguo?, ya no me acuerdo.
Recuerdo querer arrancarte el móvil de las manos y tú apartarte y quedarte con él. Al menos obviaste la parte del, me tienes en la carpeta especial.
Yo también obvié que en ocasiones abro una de tus fotos, sonrío y la acaricio como si pudiese llegarte de algún modo mi contacto, que miro una pantalla como una tonta, con los ojos que se te ponen cuando estás...ya sabes...eso.
   Ya no puedo estar sin el móvil. Es mi pasaporte a un mundo que no existe cuando me aburro, cuando mi compañera no quiere hablar o cuando mi compañero lo usa para enseñarme cómo quedaríamos si tuviésemos orejas de osito.
Qué pena, leo lo que he escrito y así es. Ya no puedo estar sin el móvil. Ya no podemos. A veces hago esfuerzos para olvidarlo y quitarle la voz, pero entonces me creo imprescindible y se la vuelvo a poner...
Así pasa, que te escribo una tontería y espero que me contestes de inmediato. No caigo en la cuenta de que tú no eres como yo. Que cuando estás trabajando tienes que estar concentrado en tus cosas de trabajo... o peor aún...que cuando me llamas me quedo sin palabras, me pongo nerviosa, no sé qué decir y me sale una voz que nada tiene que ver con la mía...
En realidad sí tiene que ver, es la voz que ponemos cuando nos llama el chico que nos gusta.
   Huelo la taza. Estoy en el jardín, hemos ido a la planta has cogido una hoja y la frotas en tus manos, después me las muestras para que las huela. De pequeña me parecía algo así como magia. Hago el gesto, pero no tengo hierbabuena. A lo mejor debería ir al chino Juan y comprarle una planta. No sé si sobreviviría, no sé porqué pero todas las plantas se me acaban marchitando. Creo que es porque las riego demasiado. Dar mucho tampoco es bueno.
Lo dicen todas las fotos esas que hay en las redes sociales donde vivimos una vida que no es nuestra. O sí, pero no es real. O casi.
   El móvil sigue sin sonar, el té se sigue enfriando. Al final nunca consigo beber una infusión caliente. ¿Será analizable? Un psicólogo diría que sí, seguro que hablaba de la impaciencia o algo así.
Me resisto a alargar el brazo y ver que no tengo ninguna notificación. Se está cargando porque no me gusta ir sin batería por el mundo. ¿Te imaginas?. Mira si soy, si somos tan dramáticos en este asunto que hasta llevamos un cargador en el bolso o tenemos uno en el lugar de trabajo.
Hombre, claro que yo también tengo uno, uno de color verde.
Lo miro, ha sonado dos veces, pero solo son mails y serán de publicidad, lo sé. A lo mejor son para que compre más té.
   Lo cogería para mirar tus fotos aunque me las sé de memoria. No tenemos fotos juntos, no te gustan, esa es tu excusa. Tampoco quieres que te haga ninguna. Y mira que te digo que si fuese yo la que aprieta el botón saldrías guapísimo...
"Eso lo dices porque estás enamorada de mí"...y yo bajo la mirada corriendo para que no se note MÁS todavía que tienes razón. Aunque no sería solo por eso, yo miro las cosas de otro modo, como tú cuando haces tu trabajo.
   El té se ha terminado, el silencio también. Nadie sabe lo valioso que es algo hasta que no lo tiene. Añoro el silencio.
Sucumbo a todo, cojo el móvil. los mails son de publicidad, lo sabía.
Voy a la galería, abro la carpeta de favoritos y ahí estás sobresaliendo entre muchas otras fotos, pero la primera que miro es la tuya.
La abro, acaricio la pantalla con el dedo y con los ojos, te quiero.

miércoles, 13 de febrero de 2019

Opciones.

         
   Me encantaría saber de quién es esta genialidad que ha llegado a mis manos, primero por felicitarla y después por mencionarla a final de texto.
Resulta que esta mañana se la he visto en IG a mi amiga E y no he podido más que contestar con unas manos en alto a modo de aplauso a la foto. Necesito compartirla, le he dicho. Y ella que es muy de compartir las cosas buenas como las buenas fotos o las patatas bravas cuando vamos a tomarnos el aperitivo me la ha pasado por WhatsApp.
Qué grande, le he dicho.
Me la ha enviado mi amiga I, casada y con dos hijos.
Me gusta mi amiga E y su sarcasmo. No sé si lo ha ido adquiriendo por ella misma, por los elementos que se encuentra por el camino o por estar a mi lado, a mí me gustaría que fuese un poco por ella misma y por mí, porque me encanta ser protagonista, no lo voy a negar.
La cuestión es, que como le he dicho, iba a compartirla en todas mis redes sociales. (Todas mis redes sociales son dos).
   Estoy falta de redes sociales como lo estoy de novio. O sea, que socialmente me falta algo. O redes o novio o ambas. Y eso es grave. Para los demás, digo.
A tenor de los elementos que me encuentro por el camino, como le pasa a mi amiga E, es difícil comprometerse con alguien. Pero es difícil por varios motivos.
   El primero es el miedo al compromiso que tienen los elementos. (Humanos o no).
   El segundo el complejo de Edipo que los elementos humanos traen consigo.
   El tercero que el elemento humano con complejo de Edipo se crea que porque lo quiero conocer quiero un anillo de diamantes pasado mañana.
(Por supuesto, ha de ser de diamantes. Yo lo digo siempre, soy muy de diamantes aunque no los lleve).
   Pero no estamos aquí para hablar de anillos y diamantes, de eso ya he hablado con E y le he dicho que si algún día lejano o no me caso, que mi pareja sin complejo de Edipo y sin miedo a comprometerse me regale un reloj y me lleve a Casa Cracco a cenar, que el anillo ya me lo compro yo. Lo he hablado con ella por si el elemento se queda sin ideas o sin palabras ante mi organización.
   Perdón, que nos estamos andando por las ramas.
   Me llama mucho la atención como "se vende" en algunas ocasiones el matrimonio. Con mucho lazo, con mucha purpurina, con mucho papel de regalo.
No digo que sea una tortura por favor, no vayan ahora todos los casados del mundo a echárseme encima. Solo digo que TAMPOCO es un estado idílico y maravilloso que te narran algunas personas.
Ya saben, como esas películas donde una señora está haciendo pasta y el marido está preparando la salsa y de repente con una risa tipo así... "aaajaja…" le tira harina en la camisa al marido, él a ella y de repente y sobre todo sin que la salsa de tomate se queme, se ponen a hacer el amor encima de la mesa.
   Eso a mí no me ha pasado nunca señores.
Primero y obviamente porque no estoy casada, segundo porque no tendría tiempo de hacer pasta y tercero porque jamás se me ocurriría tirarle harina a nadie para que me la devuelva. Con lo que cuesta de limpiar y recoger...(porque seguro que me tocaba recogerla a mí).
Es cierto, quiero hablar de algo que no conozco, vamos como la mitad de la población.
No puedo hablar de las ventajas o desventajas de estar casado. Solo puedo hacerlo desde la imagen que me da ig que para eso es el rey. Y a tenor de las imágenes que me ofrece, estoy segura de que si algún día llega "el día más feliz de mi vida" como así lo denominan muchas personas va a ser todo muy idílico, muy eternas vacaciones y muy limpio.
No voy a tener tiempo nada más que de posar para la foto y para recibir los likes, así que probablemente no tenga casi tiempo de trabajar, pero oigan, todo no se puede. Y el matrimonio es un trabajo también.
   Sé que es un trabajo porque a veces hay que hacer horas extras. Algunos las hacen fuera de casa. Pero eso es otro jardín en el que ahora no me quiero meter.
Miren si será un trabajo duro...que a veces, como en el trabajo de verdad, queremos desaparecer. Oigan, que hay personas que hasta se olvidan de que tienen un compromiso previo. Fíjense si se olvidan tanto que hasta se olvidan de decírselo a una misma. Claro así pasa. Que conoces a alguien, te gusta, hablas con él...y un día cualquiera así sin más alguien te dice que esa persona está casada y tú con tu cara de pasmarote.
Claro, como no lo ponen en Ig...pues no puedes saberlo.
   ¿Pero no me estás vendiendo que lo mejor de la vida es estar casado y que estoy falto de algo cual taburete de dos patas porque no tengo pareja y estoy soltero?
Yo no entiendo nada.
¿Porque cuando te vas a casar siempre hay algún casado previo que te dice a modo de advertencia si estás seguro de lo que vas a hacer? (Esto y permítanme una cierta puntualización por lo vivido, siempre ocurre entre los señores). Siempre que esto sucede me pregunto si es que a ellos alguien los llevó al altar en contra de su voluntad. Porque aunque sea tarde, siempre se puede decir que uno no quiere hacer algo ¿no?.
Siempre imagino a estos señores llorando en una esquina diciendo "no, no quiero, pero no tengo más remedio que pasar por la vicaría" y lamentándose después de que el matrimonio no era aquello que alguien les prometió.
(Eso les pasa por prometer).
Nadie te habla de que te vas a encontrar días de mierda en los que no vas a poder coger la puerta y marcharte porque vives con esa persona, que vas a tener que convivir con pequeñas manías como que el tubo de la pasta de dientes esté apretado por la mitad o que te van a tener que recoger lo que no recoges o viceversa.
Que los días pasan y en ocasiones la rutina se instala, que si no sabes lidiar con ella va a ser una más y será una relación de tres (o de cuatro si incluimos a la rutina).
   Aun así, socialmente los solteros somos los inadaptados de un mundo que está pensado para dos. Si eres soltero eres un egoísta que solo piensa en ti, que eres incapaz de comprometerte con alguien o algo, que debes buscar a tu media naranja y si una vez te sale mal, levántate y anda cual Lázaro y sigue buscando. Sin tiempo a la recuperación, sin tiempo para nada que no sea ser dos.
Como antaño salía en los palos de los polos.
Esta vez no ha conseguido su premio, siga buscando.
   Cuántas parejas de dos lo son de tres...
Por cierto, mañana es San Valentín, el día de los enamorados. Ig se llenará de te quieros, de amor, de felicidad y de mucho postureo porque "toca".
¿Pero no debería tocar todos los días?
Probablemente mañana como ayer y como la semana pasada te diga que te quiero sin verbalizarlo o tal vez haciéndolo.
Probablemente mañana se digan te quiero a dos bandas porque el matrimonio no es un cuento de hadas, es una realidad en la que hay cosas que no gustan y cosas que sí, en la que cada uno crea su propia realidad y sobre todo y a falta de ella SU PROPIA FELICIDAD.
Ni un casado vive mejor que un soltero ni un soltero mejor que un casado. Pero esa manía de juzgar, de querer captar adeptos a esa comunidad que es el matrimonio...no la comprendo.
   Aún así seguiré escuchando que me falta algo, que me voy a quedar para vestir santos, que el problema es mío, que soy muy exigente, que baje las expectativas, que a cierta edad tampoco se puede pedir tanto...
En fin...son las cosas con las que un soltero vive.
   Nunca he visto a ningún soltero comentarle a un casado porqué se ha buscado a alguien fuera de su matrimonio, si ha sido porque ha dejado de estar enamorado o porque simplemente el hastío ha invadido su relación perfecta.
Sean felices. A su modo. Con quien quieran. Como quieran.


13-02-19

viernes, 18 de enero de 2019

El coche, las luces y el mecánico.

   Señores,
por si no lo había dicho aun, feliz año nuevo. Ya lo sé, un poco tarde, pero más vale tarde que nunca ¿no?.  Pues eso, feliz año.
   Acabo de volver del mecánico. Aun no me ha dado la mala noticia, he de recoger el coche en unos minutos porque según me ha dicho la chica que trabaja allí y que merece todos mis respetos a tenor de como maneja los coches y lo limpia que va para trabajar en un taller, es cuestión de poco tiempo.
La mala noticia es la factura. Al coche no le pasa nada. Yo lo sé, ella lo sabe y mi mejor amigo que ha corroborado que soy una histérica también lo sabe.
(Que eso ya se lo dije yo en un mensaje ¿saben?, porque soy así, me gusta adelantarme a los acontecimientos y a las palabras ajenas. Y se lo dije, al coche no le pasa nada, soy yo que soy una histérica. Y él me respondió, sí, eres tú. Y como me gusta decir la última palabra casi siempre, le respondí que me alegraba leer que estaba de acuerdo conmigo en que al coche no le pasaba nada y era yo, que me quedaba más tranquila si lo leía de él).
Es que las cosas son como dice mi amiga E, cada uno entiende de lo suyo. Y yo de mecánica no entiendo.
   Pero déjenme que les ponga en antecedentes.
Llego la semana pasada al coche, le doy la vuelta por si acaso se ha movido mágicamente de como yo lo aparqué, miro si el que aparca detrás de mi está o no porque en función de eso suspiro y pienso cuánto me va a costar sacar el coche de mi plaza, entro, lo enciendo y (horror) se encienden todas las luces. Eso parecía un festival.
Y claro, yo hice lo que se hace en estos casos. Abrir mucho los ojos y entrar en pánico.


Me aparté del volante echándome hacia atrás y le hablé muy claramente.
   "No, no, no. No puedes dejarme ahora".
Así se lo dije, porque sus coches no lo sé, pero el mío me entiende. Hice balance de la situación, comprendí que mi vida ya no es un drama sino una tragicomedia y le escribí a mi mejor amigo para decirle que las luces se habían encendido todas y que no entendía nada.
   "¿Pero se han apagado o siguen encendidas?", y yo, "no, no, se han apagado al instante, las luces van bien, el claxon también, está todo bien", "entonces es normal, no te preocupes".
Pero yo no soy así señores. Yo no sé vivir tan tranquilamente como muchas de las personas que me rodean.
Porque yo sí que me preocupo. Y me preocupo mucho. Así que después de que me dijera lo de que era una histérica (porque yo le había autorizado) llamé al mecánico y le expliqué lo que pasaba tal y como se lo estoy contando a ustedes.
Porque mi mecánico del coche es como el de la moto y ya me conoce y sabe que existen dos formas de explicar las cosas, la del resto del mundo y la mía. Y la chica que trabaja allí, que como antes les he dicho, merece todo mi respeto como persona, mujer y por como maneja la situación en el taller y su limpieza personal me dijo que eso era normal y que no pasaba nada. Y además que yo no tenía porqué saber todo eso. Pero que si iba a quedarme más tranquila que llevase el coche.
Y así sí, señores, ASÍ SÍ.
   Así que he ido a llevárselo y he tenido que parar en segunda fila. Y a mí parar en segunda fila me tensa mucho. Y más en calles estrechas.
(Sí, ya sé lo que están pensando, que soy de tensar fácil. Es cierto. Pero digo yo algo, ¿no sería más fácil para todos, o sea para mí, que cuando yo llegue haya un sitio esperándome?. Sí, también sé que ahora están pensando que si estoy loca o algo así y que eso sería lo óptimo para todos nosotros, pero yo estoy hablando de mí, en sus cabezas cuando ustedes van a aparcar también lo piensan, ahora no vayan a decir que no).
   El caso es que he aparcado en segunda fila y gracias a Dior no ha venido nadie a quien pudiera molestar, he bajado y he entrado al taller donde me ha recibido la chica que mantiene una higiene corporal admirable para trabajar en un lugar donde hay tanta grasa y me ha dicho que podía aparcar en la puerta que lo mío era cuestión de minutos.
(El coche. "Lo mío" es una manera de vida y a estas alturas ya no tiene remedio).
   "Ahora te quito este coche y pon el tuyo aquí".
Y yo he visto ese hueco tan pequeño y le he dicho a mi mente, ahí no cabe el coche. Pero ha cabido. He podido aparcarlo enseguida, sin molestar a ningún otro coche y sin despeinarme y quitarme el gorro de lana con pompón incluido porque es tiempo de gorros y porque como dice mi madre yo soy muy de decir que no a la primera, pero luego es sí.
Total, que se lo ha quedado previa aclaración mía de que seguramente no le sucede nada, que soy yo, que soy muy precavida y me gusta tenerlo todo bajo control.
Me ha dicho que pasara a recogerlo en media hora, que es un tiempo de espera mucho más rápido que ir a la consulta del médico de cabecera y cuando he ido el coche estaba en el mismo sitio donde lo había dejado pero ya lo había visto su propio médico particular. Porque el mecánico es el médico de los vehículos.
   "No tiene nada", ha dicho la chica con una perfecto de piel negra.
Yo también quisiera trabajar con una perfecto de piel. O con una americana y no con la camisa que utilizó Miguel Ángel para pintar la capilla sixtina, pero es lo que hay.
   "Le hemos revisado la batería y está todo bien".
Así que de nuevo y con mi gorro puesto, he sacado el coche de su sitio muy segura de mí misma y eso que no tengo la menstruación, que según los anuncios es cuando más segura estás de ti misma porque utilizas una determinada marca de productos de higiene íntima, he sacado el coche, repito, no he molestado a nadie y he venido a mi casa.
   Una vez he llegado a mi garaje he dejado el coche en mitad del pasillo y he bajado para quitar la moto de mi plaza para poder aparcar bien.
Porque yo soy buena aparcando, pero si tengo sitio. Y si está la moto tengo que elegir entre aparcar cómodamente y salir del coche como si fuese un bicho palo porque la moto impide que prácticamente se abra la puerta o bajar, quitar la moto, aparcar el coche, salir tranquilamente y volver a colocar la moto detrás del coche porque al lado no cabe bien y no puedo salir si aparcan a mi lado.
Y la culpa de todo esto la tiene la columna que está mal colocada. En resumen, ¿quién puso ahí la columna?, el arquitecto. Así que la culpa la tiene el arquitecto. Como todos los problemas que se derivan de ellos y mi vida.
Porque como les digo, yo soy buena aparcando. Pero si tengo sitio. Si los garajes se empeñan en ponerme obstáculos no puedo, pero ni puedo yo ni puede nadie. Y yo necesito mi espacio. Mi espacio personal y mi espacio para aparcar.
Miren como cuando voy al campo eso no me pasa. ¿Porqué?, porque aparco en la calle en la puerta de casa. Y si no tengo sitio aparco en la puerta de casa del vecino. Y así sí. Porque no hay columnas que un mal arquitecto eligió poner donde no tocaba.
Porque yo necesito espacio por si algún día me compro el coche que me gusta. No el que me puedo permitir, el que me gusta. El tiguan. En realidad es el touareg, pero ese ya se me escapa de proporciones.
   Y es que cuando sueño despierta me veo conduciendo uno. Y es un coche que me pega. Pero me pega si tengo que aparcar sobre la marcha, es decir, llegar a la puerta de casa y dejarlo. Así que necesito una casa en el campo. Y para mí el campo son las afueras de la ciudad. O sea que necesito un chalet.
   En resumen, que ya me siento mucho más segura de mí misma y mi coche tamaño y precio "esto es lo que te puedes permitir porque con un coche más grande serías un peligro para ti y la ciudad".
Yo les digo algo, si por mi fuera cambiaría de coche cada cinco años para evitarme problemas y la itv.
Uuuuuh...la itv...de eso ya hablaremos cuando me toque pasarla...




18-01-19
Ilustración, Jordi Labanda.