martes, 12 de septiembre de 2017

Café.

   -¿Café?.
Siempre que acabas de comer te lo pregunto. Sé que sí, pero igualmente te lo pregunto por si acaso un día quieres otra cosa.
Voy a la cocina, saco una taza, porque encuentro que es donde hay que tomar el café, menos cuando es con nata y un montón de complementos, que se sirve en vaso de papel.
Saco el bote de cápsulas y elijo una por ti aunque te gustan todas. Como es verano, lo quieres con hielo.
De ese nuevo que has traído, me dices.
   Y voy al congelador, pongo sacarina y dos hielos en la taza y me río de la contradicción, tomas un dulce para acompañar al café, pero eso sí, con sacarina.
Al dejar los hielos en la encimera, miro la bandeja.
Son corazones. Corazones congelados. Y de pronto pienso si el mío también lo está a fuerza de desengaños.


El olor del café inunda la cocina.
Qué bien huele.
Como tú cuando te perfumas.
Una vez dije que no había que fiarse de alguien que no bebiera café...qué paradoja que de una broma saliera una verdad.
   Vierto leche, desnatada, en tu café y los corazones se deshacen.
También pienso que como el mío en ocasiones. Sí, no hago otra cosa que pensar en mí. Será porque tú casi no lo haces.
Te pongo más corazones helados para que enfríen la bebida y cojo uno de tus dulces. Lo pongo todo en un plato que lleva dibujada una estrella, la taza en medio y al lado, el dulce y una cuchara.
Me gusta preparar café, preparar los dulces, prepararlo todo.
A veces cuando no estás sin darme cuenta pregunto en alto ¿café? y luego caigo en la cuenta de que estoy hablando conmigo misma y he de tomar café sola. Entonces hago la misma operación, pero normalmente sin hielos, esas cápsulas las reservo para ti.
Así no veo los corazones congelados. Congelados como estuvo el mío una vez. Tú no lo sabes, no es de esas cosas de las que hablamos. A veces no queda otra que volverse de hielo. Qué triste ¿verdad?...es instinto de supervivencia. Te lo diría muy seria, desafiando con la mirada al que me dijera lo contrario...
Pero un día viene alguien y se produce el deshielo. Así sin avisar. Y ya no eres la misma. Ya nada es lo mismo.
Deshiciste mi corazón antes de que yo lo supiera, aunque seguía congelado.
El deshielo lo manifestó él, el mérito siempre será tuyo
Ya nada es lo mismo aunque no puedes evitar guardar un poco de hielo...por si acaso.
   -¿Quieres café?.
   -Sí, si puede ser con hielo...


13-09-17

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