miércoles, 17 de mayo de 2017

Un libro para leer...

   Señores, hoy vengo a recomendarles un libro.
Sí, ya saben que soy así, valgo igual para un roto que para un descosido como se suele decir. Y lo mismo les estoy contando que me ha tocado un médico en condiciones como les recomiendo un libro.
   El libro es "La parte escondida del Iceberg", de Màxim Huerta.


Lo que tienen las redes sociales verdad? A veces alguien comparte algo sobre un nuevo libro y el título te llama la atención de algún modo. Después lees el pequeño argumento que ha de invitarte a querer leerlo y de algún modo lo sabes. Sabes que lo quieres leer, que lo tienes que leer.
O tal vez no.
En mi caso señores, lo supe desde la primera frase.
Voy a ir a "la casa grande" y me lo voy a comprar. (La casa grande, como todos ustedes saben y sino se lo recuerdo, son los almacenes del triangulito).
Cosas también de las redes sociales, cuando decidí que iba a adquirir el libro me enteré de que el autor venía a firmarlo a mi cuidad.
Pues compro el libro y que me lo firme. Y así quedó la cosa.
Tendrás que ir pronto, me dijo mi amiga M, porque habrán muchas personas. Quisiera acompañarte, pero no voy a poder...
No pasa nada, iré sola, intentaré estar pronto, ya sabes que siempre tengo el espíritu de llegar pronto, aunque nunca lo consiga.
Al final mi amiga E se apuntó para que no fuese sola, aunque reconozcámoslo, creo que pesó más el hecho de que firmase Màxim...
   El día señalado era un miércoles.
Uno de esos miércoles en que te surgen infinidad de cosas que podrían posponerse pero no pueden. Lo sé, también sé que ustedes lo saben, mi vida es un drama. Porque lo primero de todo era adquirir el libro de E y el mío y ponerme en la cola a esperar la hora de la firma de libros, pero no.
Yo tuve que ir a la casa grande a hacer unas gestiones y pasó lo que pasa siempre en estos casos, que las personas son muy lentas. Y por mucho que tú las mires entrecerrando los ojos y hagas fuerza mental no van más rápido.
Después de eso tenía que ir al aseo. Y digo aseo porque soy una señorita muy aseñorada que lleva varias bolsitas en el bolso con todo lo necesario cuando una sale de casa, un cepillo, gomas del pelo, y que además es como los niños y suponiendo la cola larguísima que me dijo mi amiga M dije, ves y haz pis ahora que luego no podrás.
   Ya se me estaba echando el tiempo encima.
Lo ven no?, a mí no se me echa encima un hombretón tipo Ryan Reynolds no, a mí el tiempo. Y aún tenía que coger un autobús e ir a la otra parte de la ciudad porque estaba justo al otro lado. Y saliendo a toda prisa del centro comercial un señor taxista me dijo, rubita que pierdes el culo. No le respondí porque no tenía tiempo, pero para mis adentros pensé que lo que iba a perder era el autobús.
Llegué a la parada y allí no pasaba el que yo tenía que coger. Perfecto. Iba a ser la última de la cola. Todo me pasa a mí. Todo. No es por dramatizar pero no pueden cambiar el recorrido de una línea así sin avisar.
No pasa nada, cogeré este autobús y luego cogeré otro, porque yo soy una mujer de recursos y tengo un bonobús y una hora para cambiar entre línea y línea.
Y eso hice.
   Y mientras me retocaba en uno de los asientos del final, fui avisando a mi amiga E. Voy para allá. (Al menos no le mentí...). Estoy casi llegando...(vale un poco sí). Y después caí en lo que me dijo el taxista, porque ya saben que soy de análisis fácil.
Y ahora que pienso, me decía, porqué me dice que pierdo el culo?, es que se me cae o algo?, si justamente me he puesto estos vaqueros que son bien...lo que me faltaba, que se me caiga también eso...de verdad...
   Llegué con tiempo suficiente a la librería y entré con prisa por un lado haciendo ver a la cola de personas que no iba a colarme, sino comprar el libro.
Entré con tanta prisa que no lo vi. Ay que no quedan. Ya está. De verdad, tres autobuses, la cari (mi amiga E) que va a venir y no están ni mi libro ni el suyo. De verdad que yo no digo nada, pero es que todo a de pasar hoy..., tendrían que haberlo previsto y tenerlos expuestos para que las personas los encontremos enseguida y si ahora no hay yo qué hago?, le digo a E que no venga?, si ya ha salido y además...me silencié a mí misma porque efectivamente los libros estaban expuestos para que a las personas les fuese fácil encontrarlos y acceder a ellos.
(Era evidente que alguien invisible los había colocado ahí cuando me había girado porque antes no estaban).
   Cogí el ejemplar de E y el mío, acariciándolo como queriendo decir, ahora ya eres mío, ya no te vas a quedar aquí en la librería...y salí a la cola.
Sois las últimas?, un grupo de chicas muy dicharacheras me contestó afirmativamente y así pasé a ser la última de la fila.
Odio ser la última. Sobre todo porque en mi cabeza empecé a pensar que a ver si íbamos a ser demasiados y al escritor no le daba tiempo a firmarme el libro, a ver si se cortaba la cola justo en mi sitio y les firmaba a todos menos a mí...vamos, lo que se suele pensar en un momento así, todos lo hacen no?...
Al instante llegó una señora con una chaqueta ideal, que yo creo que era de Zara de hace un año o así una tipo Chanel de estas que son multicolor y preciosas..., eres la última?, y sonriendo le dije que sí a ella y su chaqueta bonita.
   Lo que son las cosas no creen?, pasado un instante me puse a hablar con ella. Un poco por ser simpática, un poco porque las dos estábamos solas, un poco por no oír sólo a las chicas de delante que se estaban comiendo un helado carísimo, tal y como habían gritado. Es que es italiano, aclaró una al resto, como justificando su precio.
Entonces estará buenísimo, pensé yo mirando el helado de chocolate con forma de flor que llevaba la chica.
Mira, estamos mejorando, me dije, han dicho italiano y no he pensado en ti. Bien por mí. Al ser alérgica al chocolate, me afecta más el lugar de procedencia que el sabor.
Eso sí, al decir que era helado italiano no pude evitar recordar ese helado de coco en Roma. Ay Roma...
   Minutos antes de empezar la firma un hombre miraba la cola, un hombretón, voy a precisar...y como si la cosa no fuera con él, saludó a la fila diciendo, hola, cuánta gente, gracias por venir.
No se puede ser más ideal que Màxim y su manera de pasar por entre nosotros.
Llegó E y me encontró en el mismo lugar en el que estaba cuando la llamé para decirle que estaba en la cola enfrente de un establecimiento determinado. La fila no avanza...decíamos la señora de la chaqueta ideal y yo...
Al cabo de un rato avanzamos...ya casi llegaba nuestro turno para la firma.
   Màxim le firmó el libro a E mientras yo tenía el mío entre las manos apretándolo como si me lo fuesen a quitar.
   Es el primero que lees?, me dijo.
(Se me debe notar porque lo cojo como si fuese la carpeta cuando iba a clase o se me debe notar en los ojos, que siempre me delatan...).
   Te dije que sí y contestaste un, pues...a lo que yo añadí si iba a llorar mucho. Es que estoy un poco..."sensible"...
Lo que hace el no conocer al otro no?, a veces damos información que a cualquier otro no daríamos. Eso y que Màxim es tremendamente cercano.
Tras esa revelación y firmarme el libro, dijo algo más que me guardo para mí y volví a coger el libro entre mis manos como si me lo fuesen a quitar.
   No voy a contarles de qué trata el libro, sólo de las sensaciones que me ha provocado a mí.
He llorado, sí. Porque estoy..."sensible"...y porque de algún modo aunque no quieras, te toca. Porque el autor te hace cómplice de algún modo, porque te es cercano, porque te hace recordar, porque "te toca".
Es un libro que hace que recuerdes, es un libro que no quieres que termine, que te atrapa, que disfrutas...y que cuando terminas, tal vez sonrías o tal vez suspires.
Lo que sí que tengo claro es que lo tienen que leer.
Háganlo...les va a encantar.



17-05-17

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