lunes, 13 de abril de 2020

Cuarentena

   Estamos en cuarentena.
Sobra decir que es una mierda. Llevamos un mes "encerrados" y lo peor no es eso. Lo peor es que nos han encerrado con nuestras propias emociones, esas para las que algunos no estamos preparados para enfrentarnos.
   Nadie habla de la ansiedad, de los ataques de pánico, de los nervios que se supone que tienes que controlar. Nadie suele hablar de eso, porque no queda bien.
Es mucho mejor fingir que todos estamos bien en casa. (Sobre todo esas personas que tienen casa con jardín y pueden salir cuando les plazca).
Nadie te dice que vas a tener que lidiar contigo mismo y que a lo mejor no vas a saber cómo. Que te vas a levantar una y otra vez a la nevera, al armario de las galletas, a por otra cerveza.
Que va a haber noches que te vas a despertar en mitad del sueño porque no puedes dormir bien. De eso no se habla. Obvio, no queda bien.
Es mucho mejor poner cómo hacemos pan, cómo hacemos tartas, cómo jugamos incansablemente con los niños, cómo cocinamos nuevas recetas y nos encanta hacerlo. Porque sobre todo tenemos que tener la obligación de estar encantados y que se vea. Y sino, haces el esfuerzo y lo finges. Todo sea para quedar bien delante de la cámara del móvil.
   Pues no señores, esto es una mierda.
Y no me creo a esas personas que se crean un planing para hacer ejercicio, hacer limpieza, hacer cosas en la cocina y un tiempo para el relax.
(Un tiempo para el relax que viene marcado en el orden del día)
No me creo a esas madres que de repente no necesitan que su hijo se calle aunque sea cinco minutos pero no lo pueden decir porque sino serán tachadas de malas madres.
No me creo que durante todo este tiempo no hayan tenido un momento en el que no hayan querido que todo se fuese a tomar viento a la farola.
   Solo puedo salir a comprar con una mascarilla quirurgica que tardó muchos días en llegar a mi farmacia, una mascarilla que me ahoga, que me produce ansiedad. Salgo yo porque mi madre es mayor, es persona de riesgo. Y porque si le pasa algo me muero.
Pero no puedo pensar que me moriría, porque según dice todo el mundo, tengo que pensar en positivo. Tengo que sacarle "el lado bueno" a este confinamiento.
   ¿Qué le saque el lado bueno?, estoy encerrada en casa, no tengo libertad de movimiento, no tengo trabajo ni lo voy a tener cuando pase todo esto. ¿Cómo voy a pagar las facturas?. No debo pensar en eso ahora, ahora es momento de hacer ejercicio, de hacer pan y de "disfrutar" del tiempo que tengo para estar con los míos.
¿Cómo voy a disfrutar de los míos si no los puedo ver, si no los puedo tocar, no los puedo abrazar, no los puedo besar?
Aprovecha para hacer cosas...
   Y limpio sobre limpio, ordeno lo que está ordenado y quiero tirar las cosas que ya he revisado y no puedo tirar porque ya he decidido que no pueden ser tiradas.
Oigo sirenas y me pregunto si son de la policía o son ambulancias. Salgo a aplaudir a las ocho como un ritual ya establecido por esas personas que se juegan, sin duda, la vida por mí.
Y yo no sé si estoy infectada por esta mierda. Y no me acerco a mi madre porque me da miedo pero sobre todo porque no me puedo permitir perderla.
   He hablado por teléfono con una gran amiga, ya casi no recuerdo lo que es hablar por teléfono, ahora todo son mensajes.
Decía que todos, o casi todos, vamos a sacar una lección de esta mierda.
(Sí, repito mucho la palabra mierda, mi madre también me lo dice)
Tú a tener paciencia, me dijo. Paciencia de la de ser paciente, no la de, "esto acabará algún día, paciencia"...
Cómo me conoces amiga.
Ya no sé si algunos sabremos distinguir la paciencia de la resignación.
Los primero días me ahogaba. Literalmente. Y pensaba que se me había metido ese "bicho" en el cuerpo y me iba a morir. ¿Y qué iba a decirles a mis sobrinos?, ¿les había dicho todo lo que les quería decir?, ¿y si no he dicho lo que quería decir por miedo a decirlo?, ¿te lo había dicho a ti?...
Tú. Otro punto y aparte.
   Tú y yo no hemos vivido en el mundo real. Ahora sí, pero durante tres semanas no. Por culpa de esto, me he quedado sin barreras, me has quitado todas las máscaras sin tocarme. Así eres tú.
Ya no me queda nada. Solo una última cosa que he guardado para mí y tú conoces, pero como bien sabes, si no dices las cosas, no están pasando.
   Debes decir todo lo que sientes, me dijo mi amiga, sabedora de que callo más de lo que siento y siento más de lo que hablo.
Debes aprender idiomas ahora que puedes, debes hacer gimnasia, debes hacer yoga, debes hablar con tus amigo en una video llamada múltiple.
Y entiendo lo del ejercicio, porque de tanto sedentarismo nos estamos poniendo gordetes y eso va en contra de lo establecido socialmente.
   "Cuando todo esto pase vamos a ser mejores"...¿en serio?, yo no lo tengo tan claro. Porque una inmensa mayoría seguirá en su puesto de trabajo, con las medidas oportunas, siguiendo con su vida y recordando esto como algo que pasó. Haciendo planes para sus futuras vacaciones, cuando se puedan hacer. Y otra inmensa mayoría seguirá sin trabajo haciendo juegos malabares para intentar pagar las facturas, echando mano de quien sea que le pueda ayudar y deseando encontrar una nueva oportunidad que a lo mejor podrían haber tenido antes, o no, pero que este tiempo les ha arrebatado retrasándola unos meses. Pero los cobros no entienden de retrasos.
Que vamos a ser mejores...pues permítanme que lo dude. Aprenderemos a priorizar, a entender que por supuesto, todos tenemos unas prioridades y que si no te encontrabas en la cuarentena entre una de ellas en las de alguien, el hecho de estar metido en tu casa sin verlo no va a provocar que pases a un lugar destacado.
   Sí, es posible que cambiemos nuestra forma de ver las cosas. Al principio.
Una vez hayan pasado el miedo, la angustia, la ansiedad...las cosas serán como antes. Solo que tendremos que esperar más tiempo para ir al bar.
¿Frívolo?, no. Real. Real a mi modo de verlo.
Y sino, solo hay que ver lo que nos esforzamos en hacer lo que dicen las redes sociales, ya saben, yoga, pan, tartas, magdalenas, ejercicio, llamadas en grupo que antes no hacíamos pero ahora sí porque toca...
   En fin, que como el hastío me alcanza, dejo aquí este texto que ha surgido improvisadamente y es que la cuarentena esta de mierda como ya he dicho, provoca entre otras cosas, momentos de confusión, de tristeza, de ansiedad y de preguntarte muchas cosas.
   Voy a decirte algo, no ha cambiado nada que me hayas dejado sin máscaras, porque eso no va a cambiar tu mundo y el mío, no va cambiar nada entre nosotros. Solo aumentan las ganas de vernos. Y seguramente el día que pueda verte, tocarte y besarte llore.
Porque además, este tiempo hace que nos demos una hostia con todos nuestros sentimientos cuando a veces queremos esquivarlos.
Este año voy a tener un cumpleaños de mierda. Y todos los planes que tenía se han ido a la misma.
Tampoco tengo a mi perro y no por bajarlo a la calle y respirar, sino porque me haga compañía. Por inercia sigo durmiendo encogida como si tuviese que cederle el sitio en la cama. Como no pude llorarle tras su muerte, porque estaba en otras cosas, lo hago de vez en cuando en este confinamiento, suele ser las veces que no puedo respirar. Pero sigo haciéndolo a escondidas, porque desde pequeña me enseñaron que llorar es un síntoma de debilidad y no debe ser mostrado en público.
Y podría ser peor...porque a pesar de algunos días de mierda, que son inevitables y nos debemos permitir sentirlos, aun a tenor de este texto y que no lo parezca, yo soy positiva. Aun sabiendo que cuando todo esto pase yo seguiré en casa porque no tendré trabajo...en el fondo lo soy.
Lo soy tanto que sigo con un proyecto que tendré que autoeditar y seguiré pensando que valió la pena, valió las hora y valió las lagrimas.
   ¿Qué vas a hacer cuando todo esto acabe?, es una de las preguntas más repetidas en todas partes y cada uno, en sus circunstancias dice una u otra cosa. Lo más repetido son los besos, los abrazos, las caricias y es que no estamos acostumbrados a la falta de contacto, a no poder tocar.
Yo voy a querer que mi escritor favorito (Máximo Huerta) me firme su nuevo libro, ese que tenía que haber tenido ya pero no ha podido salir a la venta, voy a abrazar a mis sobrinos muy fuerte, tanto que van a pedir por favor que los suelte, voy a besarte como si fuese la primera vez y me voy a ir a Menorca.
Y después, cuando pueda, me iré con mis sobrinas a mi adorada Roma y con un poco de suerte la verán con los mismos ojos que la veo yo y les enamorará para siempre.
   ¿Saben lo único que nos ha enseñado esto?, que da igual los planes que tengas, que no puedes programar nada, que no debes callarte lo que sientes, no debes esconder un te quiero...porque un día llega algo y todo salta por los aires.
Y así te quedas, sin planes, sin control, sin máscaras.


R.
13-04-19