Acabo de terminar una nota de voz para mi amiga E. De un minuto, esta ha sido breve. Ahora me he puesto a escucharla yo, porque me gusta escucharme y preguntarme si mi voz se oye así desde fuera. Y sí. Se oye así desde fuera. Qué vergüenza.
El caso es que venía tranquilizándola porque se va de viaje. Pero no está nerviosa por el viaje, no. Está nerviosa por la maleta.
Lo sé, sé que de este tema hemos hablado, pero hay que volver ha hablar.
Yo no entendía muy bien, porque me ha cogido en el trabajo y he tenido que escucharla a plazos y contestar sin desarrollarme, cosa que como ya saben no me gusta nada, pero cuando he salido he aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid y que de camino al autobús hay un trozo porque me he quedado sin la moto que la tiene el mecánico, porque tiene que arreglar algo, no sé muy bien el qué, pero la semana pasada estuve y me dijo que tenía algo por dentro.
Pues corazón, pensé yo. ¿Qué va a tener mi moto sino?. Lo que estará es malita del corazón porque le gusta el hijo del mecánico y quiere quedarse allí. El hijo del mecánico que por cierto parece un dibujo de Jordi Labanda y cuando se ríe tiene una sonrisa muy grande.
El caso, que me despisto, que como no voy en moto a trabajar, tengo que coger el autobús. Y para coger el autobús he de cruzar la casa grande, o sea, el triangulito. El triangulito y una tienda muy grande del grupo Inditex que ya paso sin mirar.
Lo que les estaba contando, que me manda unas notas de voz y yo sin poder contestar ampliamente, así que aprovechando que tenía un camino y que quería ver unas botas de agua pues dije voy a escucharla bien, porque veo que está nerviosa y así la tranquilizo, le cuento lo de las botas y que ella me refuerce esa compra que ya está hecha.
Pues resulta que se va de viaje. Y claro, ¿qué pasa cuando uno viaja?, que ha de facturar maleta. Bueno, que se ha de facturar maleta es algo que yo doy por hecho, pero me ha dicho que no, que no es algo que haya que dar por hecho, que hay personas que no facturan.
Yo me he quedado tan sorprendida que me he parado en seco en mitad de la calle, justo al lado de una tienda que no me gusta, menos mal. Y he tenido que cortar su nota de voz para hacer una yo preguntándole si eso que me decía era verdad.
Y la pobre a unos días de irse está agobiada, abrumada, preocupada, abatida y sofocada. Sí. He buscado todos los sinónimos y los he vomitado aquí. Y me he dejado alguno porque ya saben que no me gusta extenderme.
La cuestión es que, lógicamente, no le caben las cosas en la maleta.
Y yo como buena amiga he intentado tranquilizarla diciéndole que doble más la ropa. Y que facture.
Y ella seguía en su desazón, que si tenía que llevarse los ocho pares de zapatos, que si podía dejar uno, unas sandalias que se compró el año pasado muy bonitas por cierto, pero que todo lo demás ha de llevarlo.
Yo me he puesto en su lugar, que no en sus zapatos porque no gastamos el mismo número y le he dicho que ya puestos, donde caben siete caben ocho y que esas sandalias debían ver mundo.
Después le he aclarado un asunto mientras pedía mis botas de agua rojas tan necesarias en mi ciudad, que siempre diluvia y que me llevo sin probar...hale, a por todas, luego tendré que volver a por un número más y como no haya en rojo...eso sí que va a ser un drama y no el de la maleta.
El asunto que he tenido que aclararle no ha sido otro que una fantasía que nos han querido vender. El de la maleta de cabina. La maleta de cabina es una mentira. La maleta de cabina es una maleta de fin de semana corto, es decir, de fin de semana de personas que trabajan en el comercio y el sábado van de turno de mañana y pueden salir de viaje por la tarde.
La maleta de cabina la inventó un piloto que estaba harto de esperar a que cargasen las maletas en los aviones y decidió que la gente tenía que viajar con poco peso y con poca ropa.
En conclusión, la maleta de cabina NO EXISTE. Y así se lo he dicho a ella.
Y es en ese punto cuando las dos coincidimos y en la distancia pero en la cercanía de las notas de voz de WhatsApp nos ponemos de acuerdo.
Ella constata la buena compra de las botas rojas y apoya el hecho de que la maleta de cabina no existe. Son los padres, añade ella.
Y aquí se abre un debate que yo le he dicho a ella y que quiero que alguien me aclare.
Si el máximo de peso de una maleta facturada son veinte kilos, ¿en esos kilos cuenta el peso de la maleta?, porque la de ustedes no sé, pero mi maleta pesa. Y si pesa cinco o seis kilos ya me están quitando kilos de maleta, de espacio, de ropa y de outfits como dice ella.
Me ha dicho que va a compartir maleta y llevará otra de mano. ¿Lo ven no?, que no existe digo. La llaman de mano porque es pequeña, han querido ponerle el sobrenombre de "de cabina" para hacerla más bonita, pero es una mentira.
Yo lo de compartir maleta tampoco lo veo cómodo, porque siempre hay una persona que quiere meter más ropa que tú en la maleta compartida. Y a mí llámenme egoísta o lo que quieran, pero con dos que se quieran uno que llene de más la maleta es suficiente. Y en este caso debo ser yo.
Como quiero tranquilizarla y ya tengo mis botas le he dicho que es una opción. Pero lo he dicho con la boca pequeña. Y me ha insistido en que hay personas que no facturan, que no sabe cómo pueden hacerlo.
Las personas que no facturan ni son personas ni son ná. He dicho muy dignamente mientras me perseguía por las escaleras mecánicas el dependiente que me ha vendido las botas porque me he dejado un spray para limpiarlas. Que se note que tenemos la cabeza en el sitio y la tarjeta en la cartera.
Porque este tipo de personas...¿qué hacen?, ¿llevan dos mudas de ropa interior, la lavan a mano y la dejan colgando en el grifo de la ducha del hotel?, ¿llevan siempre la misma ropa?, es que ustedes han de darse cuenta de una cosa, cuando decimos, vamos a la playa...habrá que llevar una toalla de playa ¿no?, pues eso ya ocupa gran parte de la maleta...es que si no entendemos algo tan básico como eso...
Yo le he aconsejado que se haga una lista y ya que aproveche y la haga a colores, con las cosas prioritarias, las secundarias y los ¿y si?.
No, no, los por si acaso no existen para nosotras. No simplificamos en maleta pero sí en frases.
¿Y si me ensucio?, ¿y si refresca?, ¿y si hace calor?, ¿y si hace frío?, ¿y si he de cambiarme de ropa para ir a cenar?, ¿y si, y si?...
Nota de voz:
"Haz eso que te he dicho, lo de la lista y los "y sis", ahora te sigo hablando que he de cambiar de número las botas, como no haya en rojo verás...".
26-02-18